Como en el Ajedrez

El amor es como el ajedrez. Lo malo es que siempre he jugado pésimo. Juego de "instinto". Dejando que mi contrincante adivine todos mis movimientos. Dejándome al descubierto en cada turno. No soy de las que guardan pensamientos para si misma, ni mienten, ni maquinan especies de "jugadas maestras". Para mi la torre va derecho a su muerte y la reina avanza de frente sin caballos que la cuiden, ni peones que la precedan. No uso nada de eso. Miro mis piezas y las tuyas en el tablero, no mido fuerzas, solo me entrego al placer del juego. A veces cambio de opinión antes de mover mis piezas solo para desconcertarte y por eso te ofuscas. Pero asi es como me gusta. Mi corazón cambia de opinión y piensa que es un mejor movimiento el acercarme a ti... asi... sin la evasión del caballo negro, con la ligereza del alfil, de un extremo al otro de mis sentimientos, directa. El dejarte conocer mis jugadas es también, quizás mi estrategia. Para que confies y te fies de mis manos poco hábiles, de mis eternos movimientos, de mis ojos negros, de mi boca que desea tu boca... Y te entreges. Despacio tu rey deja que mi reina se acerque, ya te dije que no pondré obstáculos entre ellos, mas que tus movimientos y mi loco corazón. Puedo entregarme al deleite que me traen estas horas contigo, y avanzar en el espacio cuadriculado de tu cama dejando que vuelen lejos mis sentidos. La reina negra podría rendirse en cualquier minuto a los deseos de tu blanco rey, podría dejar que ella se abandone ciegamente a los movimientos de tus malditas manos. O dejar en jaque tu infantil jugada de una vez... y evitar tu enroque...