Cuando era pequeña mi mamá solía recitarme este poema y yo me creía la princesa del cuento... la escuchaba atentamente y memorizaba cada una de sus palabras, hasta aprendermelo. Mi mamá creo en mi un mundo de fantasías de princesas y hadas de principes y castillos. Me leía cuentos y poesías. Me contaba historias. Me regalaba libros en ves de muñecas. Ahora se lo estoy enseñando a mi Hijita. Empecé a leerle poesía en las noches y le encanta( poesías para niños , claro está)... y eso que solo tiene 5 años. A veces me pregunto si las entiende... no lo se, pero le gustan y mira con sus ojitos bien abiertos y escucha atentamente los relatos. Y eso que el libro no tiene monitos. La verdad me encanta leerle poemas, es un momento mágico entre ella y yo.
A MARGARITA DEBAYLE (1908)
(Rubén Darío)
Margarita está linda la mar,
y el viento,
lleva esencia sutil de azahar;
yo siento
en el alma una alondra cantar;
tu acento:
Margarita, te voy a contar
un cuento:
Esto era un rey que tenía
un palacio de diamantes,
una tienda hecha del día
y un rebaño de elefantes,
un kiosko de malaquita,
un gran manto de tisú,
y una gentil princesita,
tan bonita,
Margarita,
tan bonita, como tú.
Una tarde, la princesa
vio una estrella aparecer;
la princesa era traviesa
y la quiso ir a coger.
La quería para hacerla
decorar un prendedor,
con un verso y una perla,
una pluma y una flor.
Las princesas primorosas
se parecen mucho a ti:
cortan lirios, cortan rosas,
cortan astros. Son así.
Pues se fue la niña bella,
bajo el cielo y sobre el mar,
a cortar la blanca estrella
que la hacía suspirar
Y siguió camino arriba,
por la luna y más allá;
más lo malo es que ella iba
sin permiso del papá.
Cuando estuvo ya de vuelta
de los parques del Señor,
se miraba toda envuelta
en un dulce resplandor. Y el rey dijo: «¿Qué te has hecho?
te he buscado y no te hallé;
y ¿qué tienes en el pecho
que encendido se te ve?». La princesa no mentía.
Y así, dijo la verdad:
«Fui a cortar la estrella mía
a la azul inmensidad». Y el rey clama:
«¿No te he dicho que el azul no hay que cortar?.
¡Qué locura!, ¡Qué capricho!...
El Señor se va a enojar».
Y ella dice:
«No hubo intento; yo me fui no sé por qué.
por las olas sobre el viento
fui a la estrella y la corté».
Y el papá dice enojado:
«Un castigo has de tener:
vuelve al cielo y lo robado
vas ahora a devolver». La princesa se entristece
por su dulce flor de luz,
cuando entonces aparece sonriendo
el Buen Jesús.
Y así dice:
«En mis campiñas esa rosa le ofrecí;
son mis flores de las niñas que al soñar
piensan en mí».
Viste el rey ropas brillantes,
y luego hace desfilar
cuatrocientos elefantes
a la orilla de la mar.
La princesita está bella,
pues ya tiene el prendedor
en que lucen, con la estrella,
verso, perla, pluma y flor.
* * *
Margarita, está linda la mar,
y el viento
lleva esencia sutil de azahar:
tu aliento.
Ya que lejos de mí vas a estar,
guarda, niña, un gentil pensamiento
al que un día te quiso contar
un cuento.
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1 comentario:
Ese regalo que te dio tu madre - una forma de perdurar la inocencia- es una de las cosas más preciadas en la vida. Haces muy bien en compartirlo con tu hija. Esas sensaciones infantiles serán el paisaje constante que durará el resto de nuestra vida.
Saludos
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