ENTRE LAS PIERNAS...

Hace mucho tiempo quería escribir algo con este título.
El otro día leía un reportaje a la sexóloga Alessandra Rampolla es la gurú del sexo en estos minutos. Y típico que el reportaje habla de lo insatisfechas de las mujeres chilenas y los bruto de nuestros machos. Lo que me hizo sentir muy afortunada, ya que en mi vida sexual, a exepción de ciertos episodios poco memorables, los varones que he tenido el privilegio de "conocer" han sido bastante aceptables en su desempeño. Y no estoy hablando solo de penetración.

Creo que nuestra sexualidad nos conecta con esa parte de nuestra femeneidad nos conecta con nuestro ser interno. Una vez me morí al escuchar a una mujer contar que jamas habia mirado sus genitales. Nunca había tocado esa zona exquisita. No sabía que era sentir una caricia ahí, jamás se había masturbado. Para ella la sexualidad era correspondencia de penetración . Con razón miles de chilenas no saben que es un orgasmo.
Y es que es esa zona la que da a luz nuestros hijos, la que siente, la que nos diferencia de los varones. Es algo tan nuestro, tan propio de ser mujer, tan íntimo, tan delicado. Que aquel hombre que quiera ser parte de ella debe rendirse a el poder y la inmensidad que representa. Y darle el respeto y los honores que merece.
Es la zona que compartimos con nuestra pareja cuando sentimos deseos de compartirnos en alma. Es la zona en que recibimos a la persona que amamos, donde acunamos nuestros hijos, donde nos conectamos con nosotras mismas.
Cuando recibimos un varon entre nuestras piernas le estamos abriendo un mundo nuevo de sensaciones exquisitas. Cuando tenemos nuestros hijos estamos siendo capaces de dar vida nueva e infinita de posibilidades, cuando gozamos y nos entregamos al placer, nos conectamos con esa parte nuestra tan terrena y bella. Ahí estamos las madres, las esposas, las hijas, las amantes, las putas, las esclavas, las libertinas, las niñas, las inocentes y las no tanto... ahí estamos la que queremos o no ... ser.
Que pena por aquellas mujeres que han tenido que vender, arrendar esa parte tan propia. Por aquellas a las que se les ha arrebatado la intimidad de aquel oasis en forma violenta, aquellas que tuvieron que descubrirla cuando aún no era su tiempo, para las que fue un dolor mas que un placer, para esas que aún no pueden ver lo satisfactorio que es conocer esa zona femenina y única. Pobres de aquellos hombres que aún no conocen o que han perdido la oportunidad de poder sentir verdaderamente, el ver, observar, gozar en todo su esplendor el poder, la infinidad de posibilidades, la importancia, la ternura, el amor infinito, la delicadeza que pueden encontrar "entre las piernas de una mujer".
Aquel que la ha tenido y no ha sido capaz de valorarla, aquel que la ha tomado a la fuerza, aquel que la ha desestimado, que la ha basureado... no merece llamarse hombre. Al fin y al cabo todos fuimos, somos y seremos gracias a la inmensidad que hay entre las piernas de una mujer.