Lejos de esta Realidad
Estaba preparando tallarines y me quemé la mano con el vapor. Algo tan común y usual, en los quehaceres domésticos, dirás -"pero que fome"- .
Y en lugar de maldecir como habitualmente se hace, me puse a llorar. Y lloré desde el alma, desde lo mas profundo de mi existencia, desde mis entrañas y con mis entrañas. Lloré por lo que era y lo que no he sido, por lo que tengo y lo que no he tenido, por el amor que jamás he conocido, por la vida que pudo ser y no fué y por aquellas cosas que han sido y no debieron. Lloré con el dolor de la partida de mi abuela y de los dolores de mi familia, derramé las lágrimas que no derramó mi abuelo al venirse a Chile, y las que no derramó mi madre al perderlo a él.
Fué catartico y colosal, inesperadamente exquisito. Hace mucho que no lloraba. En realidad tengo la tendencia a guardar mis cosas, a masticarlas sola y engullirlas sin anestesia, para ver si me duelen mas. Y el llorar, es una liberación magnánima para esto que soy hoy en dia.
Los tallarines me miraron con su cara de "fideo", los sartenes y las ollas se rieron un rato... algún hornillo se sontió culpable de lo sucedido... no me importó. Ya estaba echo, ya no hay remedio. Lo que fué ya pasó, que se le puede hacer. Como en la vida, aqui en la cocina , cuando te "quemas" ya está, te quemaste y ¿que haces?. Sigues preparando la comida. Pero esta vez, no, me eche a llorar como la magdalena, con rabia de muerte y con ansias de besos. Pero ni lo uno ni lo otro llegó, que pena.
No hay conjuro que deshaga lo pasado, ni ungüento que sane las heridas milagrosamente. Tendré que "aperrar" con lo que tengo y lo que soy, una medida de historias perdidas, un manojo de experiencias traumáticas, dos tazas de alegres y brillantes ideas, una que otra pizca de gracia y esperanza, y dos cucharaditas de realidad, para no olvidar que esta es la vida real y no otra.
Allá esta la olla y su contenido,esperándome, ahora mas frio y exquisito... que curioso. Cuando mas nos duele, es cuando mas rico nos sabe la victoria. Como dicen que los mejores platos se caldean a fuego lento... ¿Valió la pena la mano quemada?
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